Según la filosofía del Ikigai Japonesa, la felicidad se alcanza mediante el establecimiento de un propósito en la vida. El objetivo de este viaje es ampliar mis horizontes y adquirir una nueva perspectiva del mundo, aprendiendo y recopilando la esencia de cada lugar, este es mi propósito.

Había escuchado muchas veces hablar sobre el Hanami japonés por eso decidí visitar Osaka en primavera. Creo que es una experiencia que todo el mundo debería de vivir una vez en la vida, es como si en tu mente se activará el botón de “pause” y el tiempo se parara. Una manta Blanca y con tonos rosados formada por las flores de los Sakura, (cerezo) cubre toda la ciudad durante un periodo corto de tiempo.

Siglos atrás se creía que los cerezos eran sagrados y se creía que las almas de los dioses de la montaña vivían en ellos y creo que aún transmiten esta esencia cuando los miras.

Desde la plataforma de observación que rodea la octava planta del castillo de Osaka puedo observar los más de 3000 ejemplares que se encuentran en sus jardines. Está atardeciendo y puedo admirar como el juego de luces situados estratégicamente por el castillo crea una perspectiva extraordinaria.

Símbolo de poder y una obra arquitectónica sin precedentes cuando se construyó, el castillo de Osaka junto a la flor del Sakura, engloban la esencia de este país , belleza, poder, pureza..