¿Sabías la historia de las velas aromáticas? ¡Presta mucha atención! 

Esto no viene de ahora. Nuestros antepasados ya eran conscientes del poder de las velas aromáticas. Aunque su primer uso fue principalmente para conseguir luz para poder iluminar la cueva del hombre Cromañón durante la noche, pronto este invento fue llevado más allá y se extendió a áreas como la medicina, la oratoria o las ofrendas religiosas.

 

En el siglo XIV, las velas eran utilizadas para iluminar y estaban elaboradas a base de grasa de animales, lo cual les daba un olor un tanto desagradable. Sin embargo, con la llegada de la electricidad, este uso pasó a un segundo plano para empezar a ser empleadas en un plano más estético y místico.

Empezaron a utilizarse aceites esenciales, es decir, fragancias aromáticas provenientes de plantas, para la elaboración de nuevos tipos de velas que pudieran otorgar una sinfonía de relajación y bienestar a través de su aroma. 

A lo largo del tiempo, los aceites esenciales han estado fielmente unidos a la conocida técnica de la aromaterapia, pues antiguamente eran una pieza indispensable en terapias, ceremonias religiosas o como complemento a procesos de curación.

Actualmente, las velas se siguen utilizando en esta famosa técnica, pero más enfocada a lidiar con síntomas como el estrés o la ansiedad.

El olor que emana de las velas aromáticas es transportado a través de las células olfativas sensoriales hasta el sistema límbico. Posteriormente, la señal olfativa alcanza la corteza cerebral y proporciona estímulos del olor percibido.

 

 

 

 

 

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